domingo, 23 de febrero de 2014

En el fondo somos niños a los que les gusta jugar

Quizás sean (como de costumbre) paranoias mías, pero si hay una cosa que caracteriza a nuestras clases de filosofía son los pequeños detalles de los que tan solo te percatas cuando ya llevas un tiempo viviéndolos.
Son detalles como los "¿cuánto queda? ¿diez minutos más o menos?" que resultaban ser diez minutos exactos, los "el fútbol es así" que no tenían nada que ver con fútbol, las clases en la calle, las salidas sin aviso previo yendo con pañuelos en los ojos para no ver. Son detalles como "¿tenemos un cuarto de hora? ¡perfecto! vamos a hacer un experimento" que al final se pasaban contando en qué consistía dicho experimento y no se realizaba, como todas esas risas sin explicación ya que nunca se llegó a saber qué fue lo que dijo ese amigo, por esos chistes que jamás se contaron. Son detalles como las preguntas en los exámenes de en qué animal te reencarnarías, como las aventuras con las gallinas que se comían sus propios huevos, como esa clase de filosofía y física cuántica que aún esperamos que llegue, como todos esos dientes caídos por la ausencia de caramelos al día siguiente. Son cosas como las maneras en llamar nuestra atención diciendo cosas que no tenían nada que ver, como las preguntas sobre arco iris que nadie sabía el porqué, como todas esas cosas que parecían que no estaban nada preparadas pero que al final salían bien y como tantas cosas que mi memoria no consigue recordar... Todo eso es lo que le da nuestras clases de filosofía un toque especial, es como un ingrediente secreto, es ese añadido que suprime lo pesado y monótono de una clase llena de teoría. 

Incluso en diversas ocasiones ese "ingrediente secreto" sale de lo que es en sí la propia clase, y entonces se convierte en material para nuestra revista. Nuestra revista es esa página donde habréis encontrado este enlace, es una revista sin forma de revista, es una entrada en SantoBachillerato dónde puedes perderte entre relatos de todo este material que digo. Es ese lugar de la red donde todas esas experiencias (qué es como llamamos a nuestras locuras que se nos ocurre hacer para filosofía) están redactadas por todos los locos que deciden llevarlas a cabo. En un principio comenzaron sencillas, ducharte con los ojos cerrados, pasarte un día sin llevar el reloj a clase, leer un artículo y escribir sobre ellos, eran maneras de jugar y hacer un trabajo sobre nuestro juego. 
Sin embargo lo fácil aburre, a algunos más que otros, por lo que las experiencias empezaron a tomar un rumbo de aumento de dificultad interesante. Es así como surgió la idea de disfrazarnos para ir a clase, y la de reflexionar sobre la realidad, pero eso pareció no ser suficiente, así que ¿por qué no estar 24h horas callado, sin móvil, sin tele, sin ordenador, sin nada? y aquí estamos viendo como pasan los días y como vive la gente eso de ser mudo.

Pero aunque sé que os hubiese gustado, esta entrada no es de mi experiencia siendo muda, y hay dos razones por las que no es así. La primera es porque tengo ocupadas todas las tardes de la semana con actividades en las que necesito hablar, clase de alemán lunes y miércoles y piscina los martes y jueves, por lo que solo me quedaría el viernes para realizar dicha experiencia. Y es ahí donde aparece la segunda razón, no me apetece. No me apetece estar 24 horas sin hablar, la parte del móvil y del ordenador y todos los aparatos no me importa, pero sin hablar.... No es que sea una cotorra todo el día hablando sin parar (o sí..) pero no me motiva el hecho de no poder decir absolutamente nada, porque ya tan solo pensarlo me crea impotencia y me agobia. Por lo tanto opté por escaquearme, ser débil, tonta, cobarde, y todo lo que pueda ser y no hacerla.
Quizás me arrepienta y un día a lo loco, cuando ya se esté acabando todo decida añadirme, pero sinceramente ahora mismo no lo creo.

Pero aparte de mi estado de sosedad (o como se diga cuando estas muy sosa), si una cosa queda clara es que por muy difícil que sea el juego que nos propongan siempre hay una gran abundancia de locos que no dudan en jugar. Porque en el fondo uno se lo pasa bien huyendo de la rutina, haciendo cosas que jamás hubiese pensado que eras capaz. Otro factor que influye y hace que a todo esto se le añada tal cantidad de gente es un poco el orgullo, la competitividad (en el buen sentido) y la presión social. Ya que te intentas constantemente demostrar de que eres capaz de ello, de que es en el fondo una chorrada lo que se ha planteado, de que no te cuesta, y para convencerte necesitas convencer a los otros, intentar hacerlo como mínimo igual de bien que lo hizo el anterior, y además como todo el mundo lo hace pues sientes esa presión en el pecho que te impulsa a apuntarte a ciegas y sin poder dar marcha atrás.

Después te alegras de haberlo hecho por todas las consecuencias y detalles que descubres, pero al empezar (y todo el que diga que no miente), se siente un poco de miedo, te para demasiado a pensar ¿por qué narices me apunté yo a esto?, pero una vez llegado ese día, queda demasiado mal abandonar. Y es este el motivo por el cual, al menos yo creo, que sale todo tan bien. Empiezan como juegos, planes que "a lo mejor" se harán, pero luego llega el día y ves que no eran una ilusión, y si te dispones a jugar y lo haces en condiciones, sin trampas, te lo pasas en grande, como si volvieses a tu infancia cuando jugabas con muñecas, coches, aviones, lego, o lo que fuese, y eso, tal y como se lee en la revista, le encanta a la mayoría de la gente.
Desde mi punto de vista creo sinceramente que todo es debido a que en el fondo mantenemos guardado bien al fondo, en un  armario escondido, nuestra alma de niños que no quiere crecer.  

El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió
para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta.
Pablo Neruda



3 comentarios:

  1. He cogido este artículo porque tenia muchas ganas de hablar sobre este tema, ya que me siento muy identificado con muchas cosas que ha ido diciendo en este artículo tan interesante, uno de mis puntos mas interesantes de este fragmento es que seguimos teniendo ese niño pequeño a quien le gustaba jugar mucho, y que por supuesto no me gustaba perder ninguno de ellos, ya fuera la tonteria mas grande pero me gustaba ganar siempre, aunque muchas veces no se cumplia eso pero bueno yo estaba contento con el trabajo realizado.
    También otros puntos fuerte de este artículo y que la clase de 1 de bachillerato realizamos frecuentemente, son aquellos juegos que nos hace nuestro profesor de filosofía que rompe aquella dinámica de los 60 minutos de teoría. Son juegos que nos hace despertar aquel niño que tenemos dentro, por eso son tan importantes si lo hacemos bien, y aprendemos mucho en esos 15 minutitos y aveces mas tiempo donde pienso que hay esta la salsa de la educación , hay es donde mas aprendemos pienso yo.
    Por último voy hablar de un experimento del que se nombra en este fragmento, que fue el de estar 24 h sin poder hablar y no solo eso, sin tele ni móvil ,es decir, incomunicado durante todo ese tiempo. Cuando nuestro profesor dijo que quien quería, me parece que solo levantaron dos o tres la mano, pienso que en la sociedad en la que vivimos el móvil se colocado en muchos seres humanos lo principal, es decir,dicho de otra manera parte de su cuerpo vamos ya que veo a personas pasando en un paso de cebra con el móvil y sin mirar si viene coches o no, y ya no solo eso , también la parte de no hablar nada nada es algo improbable par aun ser humano por lo menos hablo sobre mi, ya que necesitamos descargar nuestras energías hablando.
    Muy bueno el artículo.

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  2. Pato, quiero comprobar si tienes que aprobar los comentarios o tengo que reescribir mi tochaco inspirado.

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  3. (Reescribo aunque no con tanta inspiración) Me parece admirable que, aun no siendo el tema, hayas sacado tú tu propio tema y hecho girarlo en torno al original (contando anécdotas que unas más y otras menos si son de psicología o no rememoro). Me parece muy interesante la idea del "niño interior", realmente pienso así y, cerca de mi mayoría de edad, no veo un momento concreto en el que se madure, pienso que ese niño interior permanece (en unos más que en otros) para evitar una "sosedad" (acuño tu término) permanente. Sobre el escrito en sí (noúmeno) poco hay que decir, maravillosamente redactado aunque sin la revisión de tu quisquilloso corrector oficial~

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